
Autor: Richard I. Colón Badillo | En arroz y habichuelas, el Derecho puertorriqueño ha dejado más que claro que, aunque los testigos sean Dios Todopoderoso, Alá, Visnú, Zeus y Odín, un ser humano tiene derecho a defenderse de las alegaciones en su contra ante un tribunal, y será presumido inocente hasta que los hechos se prueben más allá de toda duda razonable. ¿Por qué, entonces, nosotros como sociedad tendemos a adjudicar culpa antes de escuchar la evidencia en los casos más notorios, como el reciente asesinato de Gabriela Nicole Pratts, en Aibonito?