RESEÑA

Por: Ramón A. Correa Colón*

“Olvídese de lo que el Gobierno puede hacer por usted, ese ya falló”, declaró el Dr. Agustín Irizarry, como parte de su ponencia ofrecida en el foro El sistema eléctrico que Puerto Rico necesita: Diagnósticos y perspectivas. Celebrado en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico el pasado martes 21 de noviembre, este foro sirvió para subrayar la centralidad de la autogestión e iniciativas comunitarias en Puerto Rico luego del paso del huracán María.

Para los catedráticos en ingeniería eléctrica y computación del Recinto Universitario de Mayagüez que fungieron como panelistas del foro, la autogestión comunitaria es ingrediente necesario al momento de idear un sistema eléctrico verdaderamente robusto, sustentable y ambientalmente responsable. Durante los primeros días tras el embate de este Huracán, plantearon los ponentes, fueron las organizaciones de base comunitaria las que pudieron ofrecer la respuesta de emergencia que el Gobierno central no pudo. Por tanto, sus presentaciones exploraron cómo repensar el sistema eléctrico de Puerto Rico desde y para las comunidades.

Los  catedráticos Efraín O’Neill, Lionel Orama, Agustín Irizarry y Gerson Beauchamp participaron del foro. Todos coincidieron en que el fallo principal del sistema eléctrico del País no estriba en su capacidad de generación, sino en su modelo de distribución y generación centralizada. Es por esto que apuestan a un sistema eléctrico descentralizado de distribución y generación, es decir, un sistema eléctrico más democrático donde las comunidades se integran activamente, de forma responsable y consciente, en el proceso tanto de producción como de distribución de energía.

Durante la ocasión, los panelistas constantemente aludieron a que el verdadero obstáculo al desarrollo energético no lo son realmente las limitaciones geográficas o la insuficiencia de conocimiento tecnológico. Estos retos geográficos son superables; para demostrarlo, usaron como ejemplo el modelo que persigue Hawái, un archipiélago con topografía similar a la de Puerto Rico. En Hawái se ha propuesto alcanzar el cien por ciento de producción de energía renovable para el año 2045. Según los profesores, los verdaderos obstáculos son la burocracia, y la negación a alejarse de la producción fósil. ¿La solución? Abrir espacios de diálogos inclusivos, informar a las comunidades y trazar un camino común como País. Como, por ejemplo, en julio del 2008 se realizó un foro donde participó el sector industrial (representado por la Asociación de Industriales), el sector comunitario y ambiental (representado por Misión Industrial, Inc.) y el sector laboral (representados por la UTIER), entre otros actores. Así nació la Mesa de Diálogo Energético.

Los ponentes también plantearon que el Derecho juega un rol vital en el desarrollo de un nuevo modelo energético, pero que lo verdaderamente crucial es el proceso de concientización colectiva. Solo de esta forma evitaríamos caer en el problemático panorama que nos encontramos ahora: la producción de energía a costa de la salud de ciertas comunidades históricamente sometidas y expuestas a la contaminación de su ambiente inmediato, como la comunidad Tallaboa en el municipio de Peñuelas. Por otro lado, enfatizaron que el proceso de concientización debe dirigirse a cambiar la manera tan voraz en la que consumimos energía eléctrica y la manera pasiva en que participamos de la red de energía eléctrica. Es decir, debemos pasar de ser no solo consumidores pasivos de energía, sino también tener un rol activo en la generación de esta.

En cuanto a lo último, según los expertos, un modelo a considerarse en Puerto Rico es el modelo de producción y distribución de energía a través de las microredes. Este modelo consiste en la instalación de placas fotovoltaicas en los techos de residencias. Con este modelo se disminuye el consumo de energía producida por la Autoridad de Energía Eléctrica, al mismo tiempo que se devuelve a la red de la AEE la energía que la microred produjo, pero no utilizó. De esta manera, el productor/consumidor recibiría un crédito en su factura por la energía “vendida” a la AEE. Pero este modelo requiere, entre otras cosas, gestión comunitaria, esfuerzos que informen a la ciudadanía y que la capaciten para aprender a utilizar y producir energía colaborativamente. Asimismo, ese esfuerzo necesariamente implica traer diversos sectores de la sociedad, incluso antagónicos, a la misma mesa de negociación.

Los panelistas reconocieron que la labor es titánica y que conllevará décadas de trabajo. Pero, destacaron la función que ha desempeñado la Universidad de Puerto Rico en esta tarea. Desde hace décadas el Recinto de Mayagüez lleva produciendo investigaciones en cuanto el asunto energético del País y abriendo los espacios públicos para la discusión y el trazo de un camino común. Más aun, sus profesores y estudiantes advirtieron sobre los problemas energéticos que hoy padecemos; inclusive, han aportado soluciones como las antes mencionadas. En esa línea, el profesor Agustín Irizarry lanzó la advertencia nuevamente. No estamos exentos de otros huracanes ni de otros desastres naturales o financieros. Consecuentemente, se apuesta a que sea la ciudadanía misma quien se empodere, formule y desarrolle el País que necesitamos en términos de modelos de desarrollo energéticos.


* El autor es Editor Asociado de la Revista Jurídica de la Universidad de Puerto Rico y estudiante de segundo año de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico.

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