Por: NRB
No había evidencia directa
sólo evidencia circunstancial
de eso que llamas amor.
Decía Manuel, que le dijo Roberto,
que tú le confesaste,
que tu corazón tenía dueña
y que era yo la poseedora de tal honor.
Honor que relego a pura prueba de referencia;
no la admito ni le adjudico credibilidad.
Te llamo al estrado, queriendo oír tu confesión.
Te acoges a la quinta sin titubear.
No comento tu silencio,
sin más prueba doy por sometido el caso.I