Por: Reinaldo Nieves
Camino con los ojos cerrados.
Palpando para escuchar los digestos polvorientos.
No quiero ver la condena que se le da a los colores.
El blanco y negro; absueltos.
¿Quién emplazó a un inocente?
¿Quién alegó objetividad?
¿Quién diligenció una mentira?
No hay nada que evidenciar.
Pido moción de desestimación.
¡Quiero libertad de expresión!
¿Cómo dicen que hay jurisdicción?
Cuando solo hay temeridad en su imposición.
Y me dirán:
La rueda no se tiene que volver a inventar.
Así de fácil lo resuelven.
Solo para seguir agravando la pena, que la vida nos dará.
El progreso no es eterno, (énfasis suplido).
Estudiar solo el pasado no es crecimiento.
¡Porque esto parece más un chisme…!
…Que una decisión por los méritos.
Piden que se realicen cuestionamientos.
Que se indaguen los propósitos.
Para finiquitar nuestro desconocimiento,
en planteamientos caducados.
¿Por qué?
Porque, en resumen.
Son negociantes de la maldad.
Caminan descalzos en el frío sol de la soledad.
Después se dan un par de tragos para balancear. . .
La vida cuasi-muerta de las palabras escuetas que creó la vieja autoridad.
De la organización falsa, del velo negro que los caza con su individualidad.
¿Para que soy de ellos, si veo tanta maldad?
Es por el cambio que se va a dar.
La nueva generación los va a terminar.
Y si no eres optimista; los limitará.
Aunque algunas se contagiaran de la epidemia absurda que firmaban con eternidad.
Muerte al pasado que quieren resguardar.
No nací para morir con las reglas absurdas del viejo derecho constitucional