Por: Vivian I. Neptune Rivera

Con frecuencia escuchamos a personas expresar su opinión sobre los que estudian y ejercen el derecho concluyendo con firmeza que hay demasiados abogados y abogadas. Aluden a que la intervención de abogados lo que hace es confundir, dilatar y complicar las cosas.

Sin embargo, le pregunto a quien así se expresa, ¿ha conocido usted a los abuelitos del estudiante de educación especial con autismo que le denegaron un acomodo razonable en su escuela y que los estudiantes de la Clínica de Asistencia Legal de la Universidad de Puerto Rico (UPR) junto a su profesora, acompañaron y representaron hasta que le consiguieron el acomodo?

¿Ha conocido a la madre jefa de familia que perdió su empleo y decidió incursionar como empresaria y fue ayudada por los estudiantes de la Clínica de Empresarismo y Desarrollo Comunitario? ¿Ha conocido al inmigrante sujeto a un proceso de deportación que fue auxiliado por la Clínica de Inmigración? ¿Y al joven que solo por ser negro y por su edad fue detenido y acusado y acude a la Clínica junto a una madre desesperada solicitando representación legal en un proceso instado en su contra? ¿Y al anciano que estaba a punto de perder su casa porque le dio la firma a un nieto para un préstamo que nunca pagó y fue representado por las Clínicas del Adulto Mayor y de Derechos del Consumidor?

El que hace esa expresión no conoce la otra cara de la profesión legal. En muchas ocasiones la cara conocida es la de la supuesta opulencia y defensa de intereses económicos sin escrúpulos. Esa no es la realidad de la gran mayoría de abogados que pese a hacer malabares para cumplir con sus compromisos económicos sacan tiempo para hacer trabajo voluntario y pro bono representando a personas sin recursos. Tampoco es la realidad de las escuelas de derecho y las organizaciones sin fines de lucro y profesionales dedicadas a la representación gratuita de personas necesitadas.

En la Escuela de Derecho de la UPR tenemos 20 Clínicas de Asistencia Legal y 20 pro bonos en los cuales estudiantes sin paga y sin créditos realizan trabajo voluntario para grupos desventajados. Ninguna Escuela de Derecho acreditada por la ABA posee estos ofrecimientos.

El 20 de marzo la Escuela de Derecho de la UPR inaugurará el Centro Integral de Apoyo a Víctimas. Se brindarán servicios legales y de orientación a víctimas de trata humana y a la población del adulto mayor víctima de maltrato tanto físico, emocional como explotación económica. Dos grupos vulnerables y olvidados por la sociedad. ¿Realmente continuarán diciendo que hay demasiados abogados cuando estos grupos son ejemplos de que los que hay no dan abasto?

En momentos en que algunos cuestionan la aportación de la UPR al País los invito a conversar con quienes han recibido la ayuda de nuestros estudiantes, profesores y egresados quienes desde las más altas esferas hasta en el trabajo de base comunitario le devuelven al País la formación que recibieron cincelada por la empatía y la solidaridad. No hay escasez de necesidades. Y mientras haya necesidades y desigualdad el abogado es quien le dará voz a quien no la tiene y el que dará una lucha incansable por vindicar sus derechos.

Fuente: Columna publicada el 7 de marzo de 2017 en periódico El Nuevo Día. 

Share.

Comments are closed.

Skip to content